Desde que descubrió la jardinería, la vida de María ha cambiado a mejor. Ahora utiliza sus conocimientos para conectarse con la naturaleza, consigo misma y con la comunidad. Aunque su actual huerto sólo tiene seis meses, lo ha llenado de flores, frutas, verduras y más de 10 tipos de chiles.
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María lleva unos ocho años dedicándose a la jardinería. Cuando empezó a aprender a cultivar el huerto, María solía ir al huerto comunitario gestionado por el Centro de Aprendizaje Comunitario de Glendale-Mountain View. Como voluntaria, conoció a unos mentores que la ayudaron a aprender todo lo relacionado con la jardinería.
La jardinería y la enseñanza le han ayudado a descubrir uno de sus propósitos en la vida. María dice que antes de empezar a cultivar un huerto, tenía mucho estrés. Pero atribuye a la jardinería el mérito de haberle ayudado a transformar su vida. Aunque mantener su jardín es mucho trabajo, María dice que "no es un trabajo duro porque es algo muy bueno para mi vida".
María considera que pasar tiempo en su jardín ha mejorado su estado de ánimo y su salud. De hecho, lo ve como una oportunidad para conectarse con el momento presente. "El jardín nos ayuda mucho cuando te sientes triste, cuando te sientes preocupado. El jardín tiene algo que te aleja, te desconecta y poco a poco te das cuenta de que estás enfocado en lo que estás haciendo en el jardín", dice.
Trabajar en el jardín ha ayudado a María a replantearse su relación con la naturaleza. Lo que parece una decadencia en el jardín, forma parte de la naturaleza. Dice que "siempre habrá luchas, siempre habrá pruebas. Vemos los tiempos, los tiempos nos dicen todo... nosotros como seres humanos, somos parte de esa naturaleza".
Ahora, cuando las estaciones cambian y las hojas se caen, en lugar de lamentar los cambios en su jardín, los abraza. "Cuando vemos hojas caídas no piensen que se están muriendo, no, están reproduciendo y ellas bailan de contentas cuando el viento viene, ", dice, sabiendo que esas hojas caídas se convertirán en abono.
De hecho, las plantas de María le han ayudado a encontrar su propia fuerza. "Tengo una Palmita que tiene 5 años conmigo y esta bien, pero cada vez que muere y vuelve a nacer tiene más raíces entonces yo cuando descubro una raíz, a mí me llena de fortaleza".
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Este año, María se ha centrado en plantar todas las verduras que pueda necesitar. Ha sido especialmente tranquilizador durante la pandemia. "Es algo hermoso en nuestra vida porque no sabemos que viene en el futuro cuando escuchamos de no tener comida o de hecho ahorita la comida se está poniendo cara".
Algunas de las cosas que crecen en el huerto de María son: calabacines, rábanos, coles, cilantro, berenjenas, quimbombó, calabazas, col rizada y muchas variedades de tomates y tomatillos. Se siente bendecida por poder entrar en su jardín y recoger alimentos frescos y orgánicos.
Pero algunas de las plantas favoritas de María son las plantas y hierbas medicinales. Hace té con ellas. Su favorita es el anís, que dice que le ayuda cuando tiene problemas de estómago.
Este año, María terminó plantando 12 distintos tipos de chiles. Aunque no se imaginaba que iba a tener tantos chiles, esto le ha dado la oportunidad de encontrar formas creativas de utilizarlos. Está encontrando formas de conservarlos, incluyendo el secado, la elaboración de salsas y la congelación.
María tiene chiles habaneros naranjas, verdes y rojos. Dice que son muy picantes.
Los chiles son verdes ahora, pero se pondrán de color marrón oscuro una vez que estén maduros.
Este es uno de los chiles favoritos de María, y es la primera vez que los cultiva. Dice que la planta puede llegar a ser muy grande como un árbol. Dice que no ha podido encontrarlos desde que se mudó a Estados Unidos.
Estos chiles tienen un índice en la escala Scoville (una medida del picor o pungencia en los chiles) de entre 1.000.000 y 2.000.000, casi tan picante como el aerosol de pimienta.
También tiene chile tailandés (Thai bird's eye ), pimientos, chiltepín, piquín, poblano, jalapeño, chile de árbol y cayena.
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Originaria de Puebla, México, María pasó parte de su infancia sin hogar y dice que la jardinería le ayuda a darse cuenta de la abundancia que tiene en su vida. De hecho, a menudo se encuentra con que tiene que regalar las cosas que cosecha en su huerto porque hay más de lo que puede consumir su familia.
María se alegra de tener la oportunidad de conectar con su comunidad de esta manera. Mientras plantaba las semillas este año, esperaba que éste fuera lo que ella llamaba su "año de dar". Con todos los productos que ha podido compartir este año, dice que su deseo se ha cumplido.
María cree que es importante devolver algo a la comunidad y utiliza su jardín para hacerlo. Una de sus cosas favoritas es enseñar a otros el proceso de la jardinería. Una de las formas en que lo hace es como voluntaria en el jardín comunitario del Centro de Aprendizaje Comunitario de Glendale-Mountain View. Ayuda el hecho de que es una persona muy sociable, por lo que enseñar le da la oportunidad de conocer a mucha gente.
A menudo ayuda a sus amigos a poner en marcha las jardineras. Cuando sus amigos la llaman después de su primera cosecha, siempre se alegra de oír el orgullo en sus voces. "Me hace feliz verlos contentos", dice, "porque recogen lo que ellos mismos sembraron y se dan cuenta de que es algo diferente". María está muy contenta de poder compartir su pasión y sus conocimientos de jardinería.
Una cosa que María hace saber a los jardineros principiantes es que la jardinería puede ayudar a ahorrar dinero. Sugiere que cuando se empieza a cultivar un huerto tome nota de todo el dinero que gasta en el supermercado. Luego, cuando empiece a cosechar sus propios productos, podrá ver cuánto está ahorrando. Dice que esto es especialmente cierto si plante frutas y verduras que le gusta comer.
E incluso si no tiene un gran jardín, hay muchas oportunidades para cultivar un huerto. Antes de tener un espacio para cultivar, a María le encantaba tener acceso a un jardín comunitario. Y dice que incluso si no puede cultivar en jardineras, los jardines en contenedores son una gran alternativa. Incluso las macetas pequeñas pueden ser un punto de partida.
María sabe que puede ser intimidante empezar a cultivar un huerto, pero anima a la gente a intentarlo. Señala que, al final, hay que amarlo, porque si no, le parecerá mucho trabajo. Si le gusta, no le importará aprender cómo mejor cuidar su jardín. Pero, como dice María, la única forma de saberlo es probarlo.